Trabajar por cuenta propia suena muy bien: eres tu propio jefe, eliges tus horarios, tus clientes y tus proyectos. Pero también tiene un lado menos bonito que muchos no conocen hasta que ya están dentro. En este artículo te explico, de forma clara y directa, a qué te enfrentas si decides ser autónomo o freelance en España.
Ser autónomo es trabajar para ti mismo, sin tener jefe ni una nómina fija. Tú te encargas de conseguir clientes, hacer el trabajo, emitir las facturas, llevar tus gastos, declarar tus ingresos, pagar impuestos y mucho más. Bueno, tu o contratas a alguien que lo haga claro. En mi caso lo contrato porque uno no da para hacer bien su trabajo y el de otras áreas sin volverse loco o fastidiarla y créeme, fastidiarla siempre es un costo extra.
La famosa cuota de autónomo es lo primero que debes tener en cuenta.
Se paga todos los meses, es verdad que si es la primera vez son algo más de 80€, que no es mucho, pero da igual si has ingresado o no.
No importa si has trabajado o no.
Actualmente (2025) puede ir desde unos 230 € hasta más de 500 €, según tus ingresos reales. (Sin contar la primera tarifa del primer año de autónomo que comenté en el punto 1)
Como autónomo, tú mismo gestionas tus impuestos. Debes presentar:
IVA (Modelo 303): cada tres meses. Pagas la diferencia entre el IVA que has cobrado y el que has pagado.
IRPF (Modelo 130 o retenciones): también trimestral. Es un adelanto de lo que pagarás en tu declaración de la renta.
Resumen anual (Modelos 390 y 100): resumen del año completo.
Este proceso se llama cierre trimestral y suele estresar a muchos autónomos, sobre todo si no tienen un buen asesor o no llevan al día su contabilidad. Mi recomendación es que contrates un asesor, cualquier fallo cuesta dinero de más. De tu parte solo tendrías que recopilar todas las facturas e ingresos y pasárselos a un asesor.
Tú eliges a tus clientes, pero también dependes de ellos para vivir.
Problemas más comunes:
Retrasos en el pago de las facturas.
Cambios de última hora en los proyectos.
Mucho trabajo sin cobrar (por ejemplo auditorías, presentaciones, reuniones)
Soluciones:
Usar contratos claros.
Pedir anticipos si el proyecto es grande.
No depender de un solo cliente.
Como autónomo, tú haces todo:
Trabajas.
Envías presupuestos.
Haces las facturas.
Llevas los números.
Buscas nuevos clientes.
Te llevas los chascos y las buenas noticias.
Haces auditorías, presentaciones, llamadas, reuniones… y no te aseguran absolutamente nada después de mucho tiempo de trabajo.
Si no te organizas bien, acabarás trabajando más horas que en una empresa… y cobrando menos.
Un mes puedes ganar 15.000 €, y al siguiente, nada.
Esto te obliga a:
Tener un colchón de ahorro.
Aprender a planificar tu dinero.
Controlar bien tus gastos fijos y variables.
Este punto se complica más aún con la inflación, porque los precios suben, pero tus tarifas no siempre lo hacen al mismo ritmo.
Cada año tienes que presentar la declaración de la renta, pero si eres autónomo:
No tienes borrador automático como los trabajadores por cuenta ajena.
Debes declarar todos tus ingresos y justificar bien tus gastos deducibles.
Si no lo haces bien, puedes tener problemas con Hacienda.
Aquí contar con un buen asesor te puede salvar de errores caros.
Cuando te va bien y quieres crecer, puedes pensar en contratar a alguien. Pero ojo:
El coste de contratar a un empleado es alto (salario + seguridad social + seguros).
También puedes contratar a otro autónomo, pero debes hacerlo con cuidado para evitar relaciones laborales encubiertas.
Si quieres escalar tu negocio, debes estudiar bien cuándo y cómo dar este paso.
Si las cosas van mal y decides parar, tendrás que darte de baja:
Notificarlo en Hacienda y la Seguridad Social.
Hacer un último cierre de trimestre.
Asegurarte de no dejar deudas pendientes.
Es un proceso más largo y técnico de lo que parece.
Trabajar siendo tu propio jefe suena ideal, pero si no sabes poner límites:
Puedes acabar trabajando todos los días, a todas horas.
Te costará desconectar del trabajo.
Puedes sentirte solo, sin equipo ni apoyo.
Es muy importante cuidar tu salud mental y aprender a separar trabajo y vida personal, aunque eso suponga ingresar menos, total… ese extra lo vas a terminar gastando en un psicólogo o en un quiropráctico en el mejor de los casos.
Ser autónomo no es para todo el mundo. Pero si:
Tienes disciplina y resilencia.
Sabes organizarte.
Tienes clientes estables, eres buen comercial.
Y sabes adaptarte a los cambios…
…puede darte libertad, crecimiento y satisfacción.
Apóyate en herramientas y automatizaciones (facturación, CRM, gestor de tareas).
Trabaja con un buen asesor o gestoría online.
Forma parte de comunidades de autónomos que te apoyen y compartan consejos.
Invierte en servicios útiles como un buen hosting si tienes web, o plataformas que te ayuden a ganar visibilidad y clientes.
Ser autónomo es un camino lleno de retos, pero también de aprendizajes. No es fácil: hay cuotas, impuestos, clientes difíciles, ingresos variables, y mucha responsabilidad. Pero también hay libertad, flexibilidad y crecimiento si te lo tomas en serio.
Si estás pensando en hacerte autónomo, infórmate bien, planifica, rodéate de buenos profesionales… y no te rindas si al principio cuesta.
Y si ya eres autónomo: ¡mucho ánimo! No estás solo. En Sellencia estamos contigo para ayudarte a crecer y optimizar tu negocio digital paso a paso.
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